HUMOR FEMINISTA

Decreto Femenino


Título I: De los principios fundamentales

Artículo 1: Considérese ‘hombre’ en los términos de éste Código, al ser que es como un buen vino: comienzan como ‘uvas’.
Es deber y obligación de la mujer pisotearlos y mantenerlos al oscuro, para que maduren y se tornen buena compañía para la cena.

Artículo 2: Si él no la quiere, usted tiene quien la quiera.

Artículo 2 bis: Si no la quieren, es porque no la merecen.

Artículo 3: Finja siempre ser pura, buena e inocente.

Artículo 4: Mienta con talento, y niegue todo hasta la muerte. Al final ellos terminan creyendo.

Artículo 5: Nunca confíe en los hombres, ni aunque sea su hermano.

Artículo 6: Solteras sí, solas nunca.

Artículo 7: Si aun así, usted todavía quiere mantener un amigo varón, nunca le cuente sus estrategias de guerra, y mucho menos sus victorias.

Artículo 8: ¿Usted piensa en un ‘bonus track’ con algún ex? Recuerde que “figurita repetida no completa el álbum” (aunque las buenas se pueden coleccionar). La ignorancia de las leyes no sirve de excusa, si la excepción no está expresamente autorizada por la ley.

Artículo 9: Nunca comente de sus relaciones pasadas a su actual pareja.


Título II: De los Hombres en General

Artículo 10: Cocine los hombres a ‘baño maría’ (demora, pero al final usted nunca sabe cuándo va a necesitar de ellos).

Artículo 11: Cuando un hombre pide un ‘tiempo’, significa que quiere intentar con otra. Y si no tiene suerte, volverá con usted. Tenga presente que ‘Tiempo, solo da el reloj’.

Artículo 12: Hombre gallina solo sirve para hacer guiso.

Artículo 13: Tenga siempre un titular, y un enorme banco de reservas.

Artículo 14: Nunca deje de estar en todos los lugares; si no fuera posible tenga siempre detective que le pase informaciones.

Artículo 15: Catalogue sus víctimas siempre.

Artículo 16: No trate con prioridad a quien la trata como opción.

Artículo 17: ¿El hombre es la cabeza…? …La mujer es el cuello, y puede mover la cabeza como se le venga en gana (y a donde le convenga, claro está).


Título III: De los Hombres en particular

Artículo 18: El hombre que no da asistencia, abre la concurrencia y pierde la preferencia.

a-) Repita siempre: ‘No tropiece que la fila avanza’.

b-) Pero recuerde: La puerta es selectiva.

Artículo 19: Si el hombre que tropezó decide regresar*, repita siempre: ‘saque número y espere al final de la fila’.

* ¿Regresó arrepentido…? No sirve ni que saque número.

Artículo 20: No viva en el pasado… quien piensa en pasado es museo.

Artículo 21: Su hombre le dice ‘¿usted es demasiado para mí’? Tenga presente que: ¡ES VERDAD!

Artículo 22: ¿‘Príncipe azul’…? ¡Es mejor el lobo feroz…que la ve mejor, la oye mejor y la come mejor!

Artículo 23: Ingenie alguna estrategia para pasar al frente del señor en cuestión, sólo para exclamar ‘¡¡¡que coincidencia que usted pase por aquí!!!’.


Título IV: De las Obligaciones de la Mujer.

Artículo 24: Chamulle (sea condescendiente al extremo), el hombre no se percata que nosotras también podemos hacerlo.

Artículo 25: Una verdadera experta nunca es sorprendida en flagrancia.

Artículo 26: Detone todos los hombres, ninguno merece su consideración.

Artículo 27: Registre todo: celular, cajones, auto, bolsillos, papeles.

Artículo 28: No perdone, vénguese.

Artículo 29: ¿Su hombre la irrita? Éstas son las formas de irritarlo a él:

a-) Esconda el control remoto de la tele y del mini componente.

b-) Cierre la puerta del auto con toda su fuerza.

c-) Ponga todas las cervezas en el freezer y déjelas congelar completamente.

d-) Use el espejo retrovisor del auto para maquillarse y déjelo completamente movido. Si tiene tiempo, haga lo mismo con los demás espejos.

e-) Convénzalo que usted sabe cortar el pelo de él.

f-) Suba al auto con los tacones llenos de barro y refriéguelos en la alfombra.

g-) Cuando le pregunte ‘¿Y…? como estuvo…?’, diga: ‘No se preocupe por mí, yo estoy bien’.

h-) Escriba mensajes en los vidrios empañados del auto.

i-) Corte la luz ‘accidentalmente’ en medio del partido de fútbol.

Artículo 30: ‘No lleve sándwich de mortadela al banquete de caviar’. Si usted va a un lugar lleno de hombres, ¡¡¡¿¿¿para qué ir acompañada???!!!


Título V: De las disposiciones de éste código

Artículo 31: A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aun a las consecuencias de las relaciones jurídicas existentes.

Artículo 32: Las leyes del presente, tienen efecto retroactivo.



COMUNÍQUESE, CÚMPLASE Y DIVÚLGUESE


Fuente: http://www.humor-feminista.com/


Los 5 premios a la caballerosidad







Fuente: http://www.humor-feminista.com/

Nos ponemos serios..."Texto de Alejandro Dolina"


LA AVENTURA DEL CONOCIMIENTO

Y EL APRENDIZAJE


La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: “….haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos…..”

Quizá se supriman algunos… detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.
Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.

¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.

A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las “señoritas livianas”, los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.

Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.

Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando “Desde el Alma” sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.
Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.

Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.

Gane mucho “vento” sin esfuerzo ninguno.

No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.

¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!

El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. “Nunca termina uno de aprender” reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. “Olvide hoy, pague mañana”. Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.

Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.

Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los “sistemas para enseñar lo que es bueno”, “a respetar, quién es uno”, etc.
Todos estos cursos comienzan con la frase “Yo te voy a enseñar” y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.


Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.

Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.


“Aprenda a tocar la flauta en 100 años”.
“Aprenda a vivir durante toda la vida”.
“Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje”.


ALEJANDRO DOLINA

Fuente consultada: Sitio Gabriel Rolón Blog
Foto: Sitio Gardel y el tango (Alejandro Dolina El ángel gris)



Alejandro Dolina nació en Baigorrita y se crió en Caseros. Su página es http://www.alejandrodolina.com.ar/

Ha publicado cuentos y notas en diferentes revistas. Desde 1985 ha conducido programas de radio y televisión.

Ha compuesto numerosas canciones y ha integrado distintos grupos musicales como director y arreglador.

En 1988 publicó su primer libro, “Crónicas del Ángel Gris”. Una edición corregida y aumentada de esta misma obra apareció en 1996.

Es autor también de las comedias musicales “El barrio del Ángel Gris”, que obtuvo el premio Argentores en 1990; y “Teatro de Medianoche”, que protagonizó él mismo como actor y cantante.

En 1998 grabó su opereta “Lo que me costó el amor de Laura”. En esa grabación representaron los papeles de la obra Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Ernesto Sábato, Les Luthiers, Horacio Ferrer, Sandro, Julia Zenko, Juan Carlos Baglietto y muchos otros artistas, acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional. En 2000 fue llevada al teatro y obtuvo el premio Argentores a la mejor obra del año.

En 1999 editó “El libro del fantasma”. Y en 2002, una recopilación de historias musicales escritas para la radio bajo el título de “Radiocine”.

Durante el año 2003 realizó el ciclo televisivo “Bar del infierno”, con relatos, tangos y canciones compuestas especialmente para el programa.

En 2004 se editó el disco “Tangos del Bar del Infierno” y se representó el espectáculo teatral “Bar del Infierno” -a partir de la misma temática- en toda la Argentina, en Montevideo, en Sevilla, en Madrid y en Granada. Este espectáculo formó parte del 6º Festival Internacional del Tango de Buenos Aires, del cual Dolina fue padrino.

Su programa de radio “La venganza será terrible” se mantiene desde hace veinte años al frente de las mediciones de audiencia de la medianoche.

Alejandro Dolina es Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, distinción que le fue otorgada en 2001. Asimismo, en 2003 fue declarado Visitante Ilustre de la ciudad de Montevideo, Uruguay. Ha obtenido, además, distinciones tales como el premio Martín Fierro –en siete oportunidades-, el premio Coral del Festival cinematográfico de La Habana, el premio Argentores a la trayectoria, el premio Sadaic en 1997 y numerosos galardones por su labor radial, literaria y musical. Es también profesor honorario de la Universidad CAECE.

Ha cantado y formado dúos o grupos musicales con Héctor Stamponi, Virgilio Expósito, Osvaldo Tarantino, Sebastián Piana, Lolita Torres, Nelly Omar, Suma Paz, Antonio Agri, la Orquesta del Tango de Buenos Aires, la Orquesta Juan de Dios Filiberto, José Luis Castiñeira de Dios, el cuarteto Zupay, los Huanca Hua, Horacio Molina, entre otros.

En el cine, en el teatro, en la televisión y en la radio actuaron junto a él y representaron sus obras figuras como Alfredo Alcón, Julio Bocca, China Zorrilla, Jairo, Tincho Zabala, Lito Cruz, Lorenzo Quinteros, Esther Goris, Diego Maradona, Jorge Luz, Cecilia Milone, Gogó Andreu, José Ángel Trelles, Víctor Heredia, Guillermo Fernández, etc.

Fue el más joven de los miembros fundadores de la Academia Nacional del Tango, en 1990.

Ha dado charlas y conferencias en infinidad de foros académicos y culturales. Su presentación en la Feria del Libro de Buenos Aires convoca cada año a miles de personas. En 2004 su conferencia fue la de mayor asistencia en toda la historia de la Feria del Libro.

En el 2005 publicó su tercer libro “Bar del Infierno” bajo el sello de Editorial Planeta.

Actualmente está escribiendo su cuarto libro, una novela, que editorial Planeta publicará en Argentina, Latinoamérica y España.

Fuente consultada: Docentes Libres de Mar del Plata

HUMOR ABSURDO... Luis Pescetti

El “escritor-humorista-comediante-músico-trashumante”



Humor Absurdo



Moc y Poc son dos caballeros capaces de mantener diálogos desopilantes, redactar cartas absurdas y protagonizar divertidísimas situaciones, pero sin proponérselo.

Un libro para explorar las conexiones entre la lógica y el humor, y para que nos reconozcamos en lo poco o mucho que tenemos de ellos. Ilustraciones de O’Kif.

Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2003.

Colección Próxima Parada Alfaguara, Serie Naranja.



Línea aérea… Estimado señor Presidente: Me dirijo a usted como señor Presidente pues supongo que su línea debe tener un Presidente, además de pilotos que vuelan sus aviones, ya que de hecho sería tan raro que existiera una línea aérea sin Director como un Director de línea aérea sin línea aérea, aunque, por cierto, conozco una orquesta de cámara que no tiene Director y a un Director de orquesta que no dirige una en especial y viaja invitado a todas partes.
Quizás yo debiera preguntarle: ¿usted dirige su propia línea aérea o va dirigiendo aquí y allá según lo inviten?
En cualquier caso espero que esta carta coincida con que usted esté dirigiendo allí donde la envío.
Por otra parte, espero que no tome a mal que lo llame señor sin conocerlo, pues no debo suponer que es un truhán o encabezar mi carta con un “Pedazo de tonto…”, pues para llegar donde llegó puede ser cualquier cosa menos tonto, a menos que sea un tonto que otros más inteligentes ponen en ese lugar para gobernar la línea aérea a su gusto.
Si éste es el caso, le ruego que no se moleste en contestar mi carta, ya que no es de tontos dar respuestas inteligentes y, si no brillantes al menos correctas, a menos de que sean respuestas sobre cosas muy simples y aún así no me fiaría.
Si usted no es un tonto al servicio de gente más inteligente, le agradeceré, entonces sí, que conteste simplemente con la verdad a una pregunta que quiero hacerle.
Si es un truhán, le ruego que de todas maneras me conteste, pues si un truhán me contestara como si fuera un hombre honesto, yo correría el peligro de que usted me mintiera pero, como mi pregunta no afecta sus intereses (ni a los del grupo de gente más inteligente a cuyo servicio está usted, en caso de que sea tonto y haya seguido leyendo porque es típico de un tonto no hacer caso de una advertencia o solicitud), creo que no le importará responder a una inquietud que pasa más por aspectos técnicos.
Le escribo esta carta ya que si la mandara en blanco o con puras rayas y dibujos incomprensibles usted sabría que alguien quiso comunicarse pero no por qué motivo, o también podría pensar que es una mala broma o una amenaza, en cuyo caso me enviaría dinero para que no lo siguiera molestando y yo seguiría con mi duda técnica y avergonzado de recibir un dinero por haber sido tomado por un delincuente.
Me vería obligado a devolverlo y es probable que su temor le hiciera pensar que voy porque esa suma no es suficiente, con lo que usted me daría más, aún antes de que yo abriera la boca, y eso me haría sentir más avergonzado.
Insistiría en devolvérselo y usted en aumentar la suma y quién sabe cuánto tiempo pasaría hasta que yo saliera huyendo por la vergüenza y usted interpretará eso como que fui a buscar refuerzos.
Muchas gracias. ATENTAMENTE. Señor Poc

(Del libro Historias de los señores Moc y Poc.)


- ¿Me permite que le cuente un chiste?
- Sí, claro.
- Verá, se lo diré tal como me lo refirieron, aunque no me quedó claro por qué la persona se rió en un momento dado.
- De acuerdo.
- Esta persona me contó que venía alguien…
- ¿Alguien que él hubiera visto?
- No, al parecer es una historia inventada.
- Entiendo.
- Sí, bien. Venía alguien por una gran avenida, conduciendo en sentido opuesto…
- Un peligro.
- Fue lo que comenté, pero él me pidió que esperara hasta el final.
- Curioso.
- Bien, este conductor imprudente enciende la radio de su automóvil y oye que un locutor, sumamente exaltado…
- … Alterado.
- … exacto, alerta sobre que, precisamente en esa avenida, venía un coche a contramano, entonces el conductor exclama uno no son miles, y ahí la persona que me contó el chiste se rió mucho hasta que vio que lo miraba con sorpresa.
- Ajá.
- A lo cual comenzó a alegar que yo no había entendido el chiste.
- Una tontería, por supuesto.
- Es lo que sostuve, el relato era muy simple.
- ¿Y qué le dijo, entonces?
- Que yo no había entendido la gracia.
- ¿La gracia?
- Sí, la parte graciosa del chiste.
- ¿Cuál era?
- Supongo que ésa en la que se rió.
- ¿Podría repetirla?
- Cómo no… Uno no, son miles… Y ahí se rió.
- Ajá.
- Sí.
- Pues, a decir verdad, yo tampoco le encuentro la gracia.
- ¿Verdad que no?
- ¿Está seguro de que era esa cantidad, así, miles?
- Caramba.
- ¿No recuerda si le dijo uno no, son cuatrocientos cincuenta y nueve… o alguna otra cifra?
- Podemos confirmarlo, tengo su tarjeta. ¿Me permite que haga una llamada?
- Sí, claro… (espera).
- (disca, espera, atienden)… Buenas noches, mire, soy el señor Moc, la persona a la que esta tarde usted le contó un chiste y acá, con mi amigo el señor Poc, tenemos una duda… Ah, entiendo… Estaba durmiendo… Mire, en realidad es una pregunta muy simple, no necesita despertarse del todo. ¿Cuántos eran los que iban en contramano? … ¡Oh!
- ¿Qué pasó?
- (cuelga) Cortó la comunicación. ¿Lo habrá molestado la llamada?
- O la pregunta.
- ¿Le parece?
- No estaba seguro de la respuesta y eso lo puso violento, lo cual es una manera cobarde y poco social de pretender ocultar la ignorancia.
- Sin embargo esta tarde se mostró muy seguro del final, me lo repitió varias veces.
- Entonces vuelva a llamarle y dígale que no se trata de que lo estemos examinando, sino sólo de confirmar nuestro dato.
- Buena idea, disculpe un momento.
- Sí, claro… (espera).
- (disca, espera, atienden)… Buenas noches, soy el señor Moc, quien le acaba de hablar hace un momento… Ah, me recuerda; mire, decíamos con mi amigo que no debe sentir que dudamos de la cifra… ¡Oh!
- ¿Nuevamente?
- Sí, cortó, y luego de unas expresiones poco corteses.
- No tiene idea y teme haber sido descubierto en una mentira.
- Pero era tan sólo un chiste, no lo voy a denunciar.
- Quizás eso es lo que tema.
- Tal vez está en su casa, nervioso, sin poder dormir.
- Moc, ¿no me dijo, usted, que estaba durmiendo?
- Tal vez recurrió a algún barbitúrico para poder conciliar el sueño.
- ¡Esas cosas pueden ser dañinas! ¡Llamémoslo inmediatamente!
- Sugiero que le hable usted.
- (disca, espera, atienden) ¡Deténgase! ¡No tome esas pastillas! ¡Puede poner en peligro su vida y acá mi amigo le da su palabra de que no hará ninguna denuncia… ¡Oh!
- ¡Cortó!
- Sí.
- …
- …
- ¡O se le cayó el teléfono porque ya están haciendo efecto las pastillas!
- En su tarjeta está la dirección, ¡vayamos a salvarlo!
- Llevemos herramientas por si hay que romper una puerta o una ventana.
- ¡Bien pensado! ¡No perdamos tiempo!


(Del libro Historias de los señores Moc y Poc.)
Libro: Nadie te creería

¿Es posible un libro donde el humor, el disparate y el absurdo coexistan con la reflexión, la fantasía y los sentimientos? Una obra singular, pensada a partir de la diversidad, donde cada texto es tan único y diferente, como los momentos de la vida. Disponible en Argentina y en México. Ilustraciones de O’Kif. Buenos Aires, Editorial Alfaguara



Al finalizar el horario de clases llega una madre a buscar a su hijo. La intercepta la maestra, que trae al niño de una mano.
—Señora, hoy Fernando se portó fatal.
—¿¡Otra vez!?
—Pero fatal, fatal… no hace caso, contesta, se burla de los compañeros…
—Pues, entonces, déme otro.
—¿¡Cómo que “otro”!? ¿Otro niño?
—Sí, porque tampoco sé qué hacer.
—Pero, es que no puede ser.
—Con su padre ya le dijimos (mirando al niño), pero si él no quiere hacer caso… Qué, ¿no hay más niños?
—Es que no se trata de eso, la escuela está llena de niños…
—Pues cámbiemelo y listo.
—(Dubitativa). No, pero…
—Casi mejor pruebo con una niña, estoy pensando.
—Es que se me desordena todo, señora, luego vendrá la madre de la niña…
—Pero yo llegué primero.
—Sí, ya sé, pero luego se quejan, no se crea. Y además (señala con la cabeza al niño) es pasarle el problema a otra familia.
—No, porque así aprende, para la próxima lo va a pensar.
—¿Y si no lo quiere nadie?
—¿¡Pero qué dice!? ¿Cómo no lo van a querer si es un niño precioso?
—Precioso sí que es, pero se porta…
—Ah, ¿y qué pretende? ¿Qué me lo lleve yo?
—No, si no digo eso.
—Hay que hacer algo, maestra, hay que poner límites, si no van de peor en peor.
—Bueno, ¿y cuál quiere?
—Una niña, ¿no le digo? (mira hacia el patio). Aquélla, la que está saltando.
—¡Elena! ¡Recoge tus cosas que te vas con la señora que será tu madre!
—¡Uf! (la niña con evidente fastidio), ¡estoy jugando!
—¡Ala! ¡Vamos! Sin protestar, mira qué primera impresión más fea le vas a dar a la señora.
La niña, resoplando contrariada por la interrupción del juego, va al salón.
—¿No será peor que éste, no? (la madre, preocupada).
—¡Qué va! Es un ángel, lo que ocurre es que estaba jugando; los niños son así.
Llega la niña con su mochila.
—¿Vamos a casa, Elenita?
—¿Y hay tele?
—(La maestra y la madre sueltan una risa). ¡Claro que hay tele! Y un perro muy hermoso, que a Fernando le gustaba mucho, ¿verdad, Fernando?
—… (el niño, con la mirada baja, asiente).
—¡Qué lindo! ¡Nunca tuve un perro porque mis papás no me dejaban!
—Pues vamos a casa, que ya tienes uno. Y tú, Fernando, pórtate bien con tu nueva familia y nos vienes a visitar cuando quieras, ¿sí?
El niño asintió otra vez, sin levantar la mirada. La madre saludó amablemente a la maestra. Ésta se despidió de Elena con un beso y dio vuelta hacia el patio, con Fernando de la mano.


(Del libro Nadie te creería.)

Luis Pescetti y Roberto Carnaghi hacen una lectura dramatizada de El Narrador, texto de Luis Pescetti .
Grabado en canal 7 de Argentina en 2009

Del libro El pulpo está crudo

El pulpo está crudo contiene doce relatos breves impregnados de imaginación y humor, con diálogos descabellados. Historias disparatadas que divierten hasta provocar la risa, como la de un chico que comía flores o la de una pelea entre dos delirantes archisúperenemigos. Ilustraciones de O’Kif. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 1999. Colección Infantil, Serie Morada. Publicado también en España en la colección Alfaguay (Madrid, Alfaguara, 2000).




-Cierto día iba Caperucita por el bosque de… che ¿cómo se llamaba ese bosque?
-¿Cuál? El de… ¿el bosque de Sherwood?
-No, ése era el de Robin Hood.
-¿Robin Hood no era el compañero de Batman?
-No, el compañero de Batman era Mandrake.
-¡Si Mandrake era un mago!
-¿Y qué tiene? Además era el ayudante de Batman.
-… ¿seguro?
-Claro, ¿para qué te contaría mentiras, eh? ¿Querés que siga?
-Y, sí…
-El bosque quedaba en Transilvania…
-Che, no jodas. ¿Transilvania no era donde vivía el Conde Drácula?
-Vos tenés todo mezclado. No prestás atención a lo que te cuento y se te mezcla todo. Transilvania queda en Estados Unidos… si me vas a cuestionar todo mejor me callo.
-Sí, mejor.
-… ahora no me callo nada.
-Te callás porque no querés contarme el cuento, porque no lo sabés.
-Claro que lo sé; ahí te va, cierta noche, Caperucita estaba cerrando su famoso restaurante…
-¿¡Su famoso restaurante!?
-Sí, cuando de repente recibió una llamada telefónica…
-… era uno que le avisaba que vos le estabas haciendo bolsa su cuento.
-No, era su mamá, que le pedía que pasara de la abuelita a dejarle algo de comer. Le dijo así, “Blancanieves…”
-¿¡”Blancanieves” le dijo!?
-Sí, “Caperucita” se llama el cuento, pero a ella le encantaba que le dijeran “Blancanieves”. Entonces el tío le dijo así…
-Che, ¿no era la mamá la que estaba en el teléfono?
-¡Nunca dije que fuera la madre… por favor, prestá atención! Dejáme seguir, le dijo así, “Blancanieves, cuando cierres tu famoso restaurante llevale algo a tu abuelita que recién me habló y dice que está con un hambre terrible”.
-¿Y por qué la abuelita no la llamó directamente al restaurante?
-Porque se le olvidaba el número.
-¿Y por qué no lo tenía anotado en un papelito al lado del teléfono?
-Porque el lápiz se lo había prestado a un humilde cazador.
-¿El que aparece al final del cuento?
-Exactamente, que fue el que atendió el teléfono.
-… che ¿No lo había atendido la misma Caperucita?
-¿Quién? ¿Blancanieves?
-Sí.
-No creo, ella no tenía teléfono.
-¿¡Y dónde recibió la llamada si no tenía teléfono!?
-Ahí está la gracia, escuchá, entonces el humilde cazador le dijo a la mamá…
-¿Por qué era “humilde cazador”?
-Porque si hubiera sido rico tendría empresas pero no sería cazador. Ahora callate y dejame contarte el cuento.
-… ¿no tenés otro? No entiendo nada.
-Porque no prestás atención. Entonces el humilde cazador le dijo, “Mire, señora, su hija se fue a un baile a que le probaran un zapatito”.
-¿Ese no es el de Cenicienta?
-No, en el que hay un baile es el de Pinocho.
-En el de Pinocho nunca hubo un baile, porque él no era como los demás niños.
-El que no era como los demás niños era Frankestein.
-¡Pero si él era un monstruo!
-Por eso no era como los demás niños, ¿querés que siga o cambio?
-… y no, seguí…
-Entonces la abuelita le dijo…
-¿Qué abuelita? ¿No estaba hablando con la mamá?
-¿Ves? No atendés. ¿No te dije que la mamá era sorda?
-¿Sorda?
-Y claro, le habían hecho una operación, pero no quedó bien.
-¿En el cuento dice eso?
-Por supuesto, yo nunca te mentiría. Sigo. Entonces le dijo, “No importa yo igual la llamo después, no se olvide de darle mi mensaje”. Pero ni bien colgó el cazador ya se había olvidado y ese mismo día la abuelita hubiera muerto de hambre… si no fuera porque pasó un lobo y se la comió. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¿Te gustó?
-… al medio no lo entendí, pero estuvo bueno.
-¿Qué parte?
-La de los ladrones que entran a la pizzería.
-Porque no prestás atención. Mañana te cuento otro.


(Del libro El pulpo está crudo)


Luis Pescetti es autor de una serie de libros infantiles de humor ligeramente ácido y provocador, una actividad a la que llegó desde su carrera como músicoterapeuta y pedagogo. Trabajó en el Departamento de Innovaciones Educativas de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y en un centro cultural de la misma antes de afincarse en México en 1990, donde comenzó a presentar espectáculos infantiles. Ese año aparecería su primer libro en Argentina, El pulpo está crudo.
En el siglo X a.c. inició una carrera como conductor y cantautor en radio, presentando en Radio Universidad Nacional Autónoma de México el programa Hola Luis. En los años siguientes, y con el aval de UNICEF, diseñaría varias publicaciones para docentes acerca del uso pedagógico del humor y de la música. A partir del '95 añadiría a sus obras libros para adultos en la misma veta humorística.
Su primer disco, El vampiro negro, data de 1999. Poco más tarde regresaría a la Argentina, donde continuaría con las actividades musicales y literarias, presentando sus espectáculos con regularidad en las salas porteñas.



 
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